Según
los últimos datos publicados por el Ministerio de Sanidad, Política
Social e Igualdad –recordatorio: refundición de ministerios
realizada por el Gobierno, justificada al parecer por motivos
económicos- el número de víctimas del terrorismo machista en el
País Valencià ascienden a 8, ocupando un 14,7% del porcentaje de
asesinatos que esta endémica enfermedad social provoca en el Estado
español. Estos números representan infiernos personales y
familiares que han llegado a las últimas crueles consecuencias de un
camino de maltrato psicológico y físico nacido de un falso
sentimiento de desigualdad y machismo. Porque esta tragedia social no
es inevitable no tiene las características propias de un fenómeno
atmosférico, sino que es el producto de una sociedad en la que la
desigualdad de género está presente en el imaginario colectivo:
desde la publicidad sexista de taxis y autobuses, anuncios de
periódicos, en los que la mujer se representa como un elemento de
consumo; en tradiciones ancladas en discriminaciones de otro siglo
como algunas de las fiestas de moros y cristianos o la brecha
salarial de la mujer que a igual trabajo percibe un menor salario,
existiendo en España una diferencia salarial entre ambos sexos de un
22%. De hecho, el lector no se habrá sorprendido de los ejemplos
citados ya que son elementos cotidianos de su realidad. Y esa es una
de las batallas primordiales en la lucha por erradicar estos
infiernos personales, que hemos de combatir: la de devolver la
capacidad de indignación a la ciudadanía ante situaciones como las
anteriores.
Sin
embargo, las prioridades políticas del PP son otras y se evidencia,
por ejemplo, en la partida presupuestaria del Consell para 2012. La
Dirección General de Familia y Mujer –sí, se llama así, no me he
equivocado transcribiendo un capítulo de la antigua Sección
Femenina- sufre una bajada del presupuesto con respecto a 2011 en
2.211.300 € teniendo en cuenta además que antes esta dirección
solo contemplaba la promoción de la mujer y actualmente contempla
Familia y Mujer, como ya hemos constatado. Por si esto no fuera poco,
la asistencia social está externalizada y aún no tenemos constancia
del momento en que se va a poner en práctica el compromiso contraído
en Les Corts en la anterior legislatura para aprobar una Ley contra
la violencia de género que contemplaba medidas de prevención y
asistencia integral. De la previsión presupuestaria para llevar a
cabo esta medida no se sabe nada y seguramente estará publicada en
la misma tinta invisible con la que se han detallado los presupuestos
en materia de igualdad para Lesbianas, gays y transexuales (LGTB).
Esperemos
que la importancia del Día internacional contra la violencia de
género lleve al Consell a una profunda reflexión y no se limite su
acción a un lacito negro en la solapa. Aún están a tiempo.
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