sábado, 29 de enero de 2011

El pacto de pensiones o la inviabilidad del futuro

Para entender el primer y último párrafo es necesario conocer la última frase que sentencia el artículo de opinión de Toxo y Méndez: Nuestro objetivo es garantizar la sostenibilidad del sistema y la cohesión social.

Nuestro objetivo de lucha es garantizar la sostenibilidad de la vida y la justicia social. Por eso militamos en Izquierda Unida, porque defiende ambas premisas por encima de intereses particulares, empresariales y, por tanto, minoritarios cuantitativamente en lo que a número de personas representan. Porque - y os voy a descubrir el Atlántico- la mayoría de la ciudadanía es asalariada o parada. Es a esta mayoría social a la que IU representa, no un supuesto “interés general” que sólo oculta el beneficio económico de una minoría que especula con nuestras vidas.

El pacto de la reforma de pensiones supone la inviabilidad del futuro de la juventud española. A partir de hoy, nuestra crisis permanente se agudiza ya que, a la precariedad que caracterizaba nuestra vida laboral y el retraso en la edad de incorporación al mercado laboral, hemos de sumar la negación a una pensión suficiente para una jubilación digna, ya que se aumenta a 38,5 años la edad de cotización. Las cuentas son claras, es imposible que la juventud podamos aspirar a una jubilación pública completa. Se ha hipotecado el futuro a la generación más cualificada de la democracia, se ha hipotecado el futuro a una generación que ya vivía peor que sus padres y que, con la reforma de las pensiones, es condenada a vivir peor que sus abuelos.

Según el propio gobierno español, el sistema, incluidos los recursos del Fondo de Reserva, se financia por sí mismo hasta el año 2029, y es entonces cuando pudiera necesitar ingresos suplementarios. Lo fundamental entonces es cambiar el enfoque a "cuánto hay que hacer para satisfacer las necesidades sociales". Con un 12% del PIB cada año, la sociedad aportaría al fondo público de pensiones una reserva de ahorro nacional suficiente y aún por debajo del promedio de lo que ya gastan en pensiones Italia, Austria, Francia o Portugal. Sólo se necesita la voluntad política de dotar de recursos al sistema. Con el aumento de las cotizaciones sociales e impuestos progresivos, tendríamos pensiones dignas, pero los empresarios se verían perjudicados en cuanto al aumento de beneficios se refiere -no asociar "perjudicar" con "perder"- y se negaría el desarrollo del negocio de los planes de pensiones privados. Esa es la triste realidad, que se nos ha hipotecado el futuro para garantizar en un porcentaje aún mayor los beneficios de las grandes corporaciones empresariales y financieras. Lo más triste de este retroceso histórico es que ni siquiera tiene mucho que ver con las necesidades de viabilidad del sistema de pensiones, sino con el enriquecimiento en este momento de crisis de aquellos que la han generado.

Lo que hay que hacer es crear empleo y, para ello, es imprescindible dar paso a los jóvenes al mercado de trabajo, con tres medidas concretas: reducir la edad de jubilación a los 60 años, la jornada semanal a 35 horas y un plan de inversión pública para responder a las necesidades sociales. Hay dos grandes mentiras que debemos desenmascarar: ¡Sí hay dinero para esto! Lo tienen los bancos y las grandes empresas que se están forrando a beneficios a costa del dinero público, y la otra: en una hora de trabajo del año 2011 se producen muchos más productos que en la misma hora hace 30 años, con lo que esa mayor productividad debe ir dedicada a que todos vivamos mejor, no a que unos cuantos, con Aznar y González a la cabeza, se hagan millonarios a costa nuestra, mientras nos piden sacrificios.

Hoy se ha conseguido cambiar el significado de dos términos fundamentales en el discurso político: "Sostener el sistema", significa consolidar las desigualdades, hacerlas aún más poderosas y estables; y "cohesionar a la sociedad", significa, entre otras cosas, estafarla para lograr su aceptación.

Y, por eso, la juventud debe dar al Gobierno la respuesta que se merece, como en Francia, como en Grecia, como en Túnez.